“Barcelona ha sido durante muchas décadas un modelo para las ciudades latinoamericanas”

Kathrin Golda-Pongratz (Augsburgo, 1971) es arquitecta, urbanista, y profesora de UIC Barcelona School of Architecture. Desde hace décadas, ha investigado los procesos de urbanización ligados a las migraciones, los crecimientos informales y las políticas de vivienda en Latinoamérica.

Acaba de ser galardonada en la categoría de Pensamiento y Crítica de los Premios FAD 2019 por su tarea como coautora y coeditora (con José Luis Oyon y Volker Zimmermann) del libro Autoconstrucción. Por una autonomía del habitar. Escritos sobre vivienda, urbanismo, autogestión y holismo. Se trata de un volumen que recoge una selección de trabajos del arquitecto inglés John F. C. Turner, que pretende acercar al lector aspectos de su recorrido vital y profesional hasta ahora poco conocidos. Paralelamente a la edición del libro, la profesora ha co-dirigido recientemente el documental Ciudad infinita – Voces del Ermitaño, relacionado muy estrechamente con el trabajo de Turner.

Conversamos con ella para que nos hable de su libro y del documental y sobre los procesos de construcción actuales y sus consecuencias en la sociedad.

Recientemente has sido galardonada en los Premios FAD de Arquitectura 2019 por el libro “Autoconstrucción. Por una autonomía del habitar”, editado por Pepitas de Calabaza. ¿De qué manera surge este proyecto y cuál ha sido el proceso para sacar adelante el libro?

El libro es fruto de una larga conversación, colaboración y amistad con el arquitecto inglés John F. C. Turner, que acaba de cumplir 92 años. En el año 2003, mientras trabajaba en mi tesis doctoral sobre Lima, me invitaron a escribir en el Architectural Design. La invitación me llegó justo 40 años después de que Turner publicara su conocido “Dwelling Resources en South America” en esta misma revista. Fue la primera toma de contacto con Turner quien, desde entonces, se ha ido convirtiendo en una persona muy cercana e importante en mi vida.

Unos años más tarde, con José Luis Oyón, nace la idea de viajar a Hastings y entrevistar al arquitecto, conjuntamente con Volker Zimmermann quien, enmarcado en el proyecto, inició su tesis doctoral sobre Turner. En esa semana, en el verano de 2011, conversando con John nos dimos cuenta de la complejidad y de la relevancia de su pensamiento mucho más allá de lo que generalmente se conoce de él y tomamos la decisión de hacer un libro, de traducir textos claves de Turner y de mostrar la evolución de su pensamiento holístico y sus ideas contemporáneas siempre vinculadas al place-making y a los procesos de crear comunidad. A través de José Luis Oyón, le presentamos la propuesta a la editorial Pepitas de Calabaza, que la aceptó y eligió este trabajo como primer libro de nueva serie, la serie de La Llar, en la que finalmente se editó en 2018.

El volumen aglutina gran parte del corpus práctico y teórico del arquitecto inglés John F. C. Turner, conocido por su dedicación, estudio y práctica de la vivienda autoconstruida, especialmente en América Latina. ¿Qué valor tiene para las generaciones actuales el trabajo de Turner?

Hemos seleccionado y traducido al castellano diez textos de Turner publicados entre 1948 y 2002, en los que el autor, a lo largo de casi 60 años, despliega su pensamiento acerca de la vivienda inspirado en la obra del biólogo y urbanista escocés Patrick Geddes. Influenciado por Geddes desde sus años universitarios, más allá de sostener una visión creadora y abierta de la vivienda autoconstruida, Turner ha dedicado gran parte de su vida a desarrollar una filosofía de la vivienda y una concepción de las relaciones entre el espacio y la sociedad. Esta visión es la que hemos querido hacer accesible al lector para hacer de ella una herramienta que explique los procesos del place-making. Ahí están el profundo valor y la absoluta actualidad del trabajo de Turner.

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John Turner durante la entrevista en su casa de 2011  ©Kathrin Golda-Pongratz

Muchas personas establecen una asociación directa entre el concepto de vivienda autoconstruida con la ocupación ilegal de tierras o la generación de espacios marginales en la periferia de las ciudades. Sin embargo, algunos teóricos plantean esta opción como una alternativa frente al problema actual de la vivienda. ¿Estos procesos de urbanización más informal no serían fruto, precisamente, de la fuerte presión que impone el mercado sobre la vivienda? ¿Son una verdadera alternativa frente a un sistema que deja al margen a mucha gente?

Turner es uno de los teóricos que, a inicios de los años 60, pone la mira en “los recursos” que suponen las barriadas de Lima como respuesta a una falta de producción pública de vivienda, igual que en la autoconstrucción como “arquitectura que funciona”. Pero no es una mirada ni simplista ni romantizada, ni tampoco es una propaganda por la expansión de los slums –o chabolismo en castellano-. Turner analiza agudamente la cuestión de la tenencia del suelo y su dimensión política. Vive y acompaña profesionalmente una época de Perú en la que el propio gobierno inicia programas de asistencia técnica para “urbanizaciones populares”. Entre las fuentes relevantes para el desarrollo de sus ideas, Turner siempre menciona a Charles Abrams, cuyo libro “Man’s Struggle for Shelter in an Urbanizing World” cita en el prólogo de “Autoconstrucción”: “Una política de suelo podía haberle garantizado [al invasor] un lugar, aunque fuera pequeño y modesto, que podía haber prevenido el crítico desafío al equilibrio social y político en las áreas subdesarrolladas. Pero esta obligación nunca ha sido aceptada por las naciones más desarrolladas del mundo como un peso para sus conciencias“.

Las ciudades de estas “naciones más desarrolladas”, entre ellas Barcelona, están frente al enorme problema que mencionas: la presión del mercado sobre la vivienda que pone en jaque el derecho a la vivienda y hace que las ciudades se vuelvan inhabitables para una población de medianos o pequeños ingresos. Algunas ciudades como Berlín o Viena están empezando a excluir suelo municipal del mercado para poder garantizar la construcción de viviendas sociales y públicas. Viena, en su Exposición Internacional de Vivienda (IBA), que planea para 2022, incluye en sus proyectos “formas de vivienda experimentales” que retoman la autoconstrucción como concepto. No puedo evitar pensar que va muy en la línea con las ideas de John Turner, si es que se trata de reactivar la esencia de la vivienda, no como un producto de mercado, sino como un proceso, como un elemento evolutivo en la biografía de cada una o cada uno y como una pieza clave en la creación de comunidad dentro de la ciudad.

Recientemente, se estrenó en Barcelona el documental ‘Ciudad infinita – Voces de El Ermitaño’, del que eres co-directora. ¿Cuál es el debate que plantea esta pieza audiovisual?

Este documental está estrechamente relacionado con el libro y el trabajo de John F.C. Turner, ya que su punto inicial es el documental “A Roof of My Own” (Turner, Movshon 1964), sobre el proceso de autoconstrucción del barrio El Ermitaño en Lima, filmada por las Naciones Unidas. Al encontrar este documental en el archivo de Turner, casi se me autoimpuso el proyecto: había que devolver esta memoria visual al lugar donde fue filmado. Esta activación sería el inicio de un nuevo relato en forma de un nuevo documental. Inicié esta aventura en 2016 con un pequeño equipo peruano y con partes de la población de El Ermitaño, en el cono norte de Lima. Dos años después, en octubre de 2018, el documental se estrenó en Lima, y ahora estamos viendo cómo poder darle más visibilidad y llegar a un público más amplio, dado que lo que cuenta es la historia y la realidad de un lugar específico, pero conlleva también un mensaje universal. Un hábitat digno y un entorno vital seguro y sano es lo que todos los seres humanos necesitamos.

“Ciudad Infinita – Voces de El Ermitaño”  da voz, literalmente, a los habitantes del barrio de hoy y es, a su vez, una herramienta propia del placemaking, dado que supone una pieza clave en la creación de la memoria colectiva de la comunidad -una comunidad surgida a raíz de una invasión y cuya lucha por la construcción de un barrio ha sido aguda e importante-. Las principales preocupaciones de los protagonistas se centran en la temática de la migración, por un lado, y en las relaciones entre la vivienda y el entorno público y natural por otro lado. Vemos la necesidad de buscar estrategias de limitar la expansión urbana, de consolidar y densificar la ciudad autoconstruida inicial y de proteger, con ayuda de la población misma, el ambiente natural, el microclima de las lomas y el paisaje cultural prehispánico. El trabajo documentalista y de investigación comprende el territorio que hoy ocupa Lima como un sistema interrelacionado. Ojalá, con el documental como herramienta, los habitantes puedan participar activamente como actores y protagonistas responsables de la protección del patrimonio cultural y del equilibrio ecológico de su hábitat. Y ojalá el mensaje llegue también a la política y empuje a una mayor puesta de atención en barrios como El Ermitaño.

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Primera proyección del documental “A roof of my own” en un local en El Ermitaño ©Kathrin Golda-Pongratz

Los procesos de urbanización ligados a las migraciones, las políticas de vivienda y la memoria urbana son algunos de los temas que centran tu trabajo y tus investigaciones. ¿La manera en que se ejerce el urbanismo, hoy en día, contempla este tipo de aspectos?

El urbanismo por el que yo apuesto, y que trato de enseñar como profesora, se inicia con un profundo análisis de un lugar, una comunidad, un territorio y sus capas construidas y culturales en su totalidad. El acto de ver, de observar y de entender es fundamental. Urbanistas como Patrick Geddes o Lewis Mumford nos han instruido eso. Ildefons Cerdà, el creador del Eixample de Barcelona, tuvo una visión territorial muy completa al redactar su “Teoría general de la urbanización” como documento fundamental del urbanismo moderno. En la práctica contemporánea, volúmenes, masas construidas y usos se distribuyen habitualmente según disponibilidades, intereses o regímenes económicos y desde la mesa de dibujo o la pantalla del ordenador de despacho. Muchos planes urbanísticos y grandes master planes no contemplan las idiosincrasias climáticas o territoriales, por lo cual la actividad urbanizadora ha producido grandes desequilibrios naturales que, a su vez, ponen en peligro estas mismas grandes urbanizaciones y sus habitantes. La urbanización feroz del litoral de España es solo uno de muchos ejemplos en este sentido.

Barcelona está sometida, desde hace años, a una fuerte presión urbanística y presenta grandes dificultades en el acceso a la vivienda para la gran mayoría de la sociedad. ¿Se está haciendo lo suficiente, desde el poder político, el ámbito académico y la propia sociedad civil para poder revertir esta situación?

Sí, la presión sobre Barcelona va en aumento y la dificultad de acceder a una vivienda también. Será difícil revertir la presión, pero sí será posible equilibrarla un poco. Barcelona es una ciudad densa, con una muy buena red de infraestructuras y con mucho potencial innovador, también hacia nuevas formas de tenencia y convivencia, espero. Culturalmente, tanto en Cataluña como en España, la propiedad y la tenencia de la vivienda está muy arraigada e iba de la mano de una producción de vivienda como producto del mercado para las mayorías durante el último medio siglo o incluso más. Los bancos y las inmobiliarias se aprovecharon indiscriminadamente de esta práctica antes y durante la así llamada “crisis”. El fenómeno de las segundas residencias tuvo mucho que ver con la urbanización del litoral que acabo de mencionar. Y se fue descontrolando totalmente con la llegada de capitales extranjeros que ahora se están apropiando también de los barrios históricos de las grandes ciudades. Los inversores adquieren edificios enteros en Ciutat Vella, Gràcia o El Raval, expulsan a la población y los convierten en otro tipo de segundas residencias: de turistas, de residencias de lujo al paso, o de los capitales mismos, tratando a la vivienda como una mercancía de especulación. Así, gradualmente, los barrios pierden su esencia, su vida. El mismo Ayuntamiento y la Generalitat, en vez de guardar sus valiosos suelos y algunos edificios, con la mirada corta los han ido vendiendo. La constante subida de los alquileres no ha contado, hasta ahora, con ningún mecanismo capaz de frenarla. Llegará el momento en que un médico, un profesor, un artesano o un electricista (siempre también en su forma femenina) ya no podrán vivir en la ciudad, porque no encuentran una vivienda a su alcance, algo que ya está pasando en Londres y en Múnich y que hace que aquellos profesionales falten en la ciudad. Ojalá haya cierta autorregulación a través de este fenómeno.

¿Qué lecciones podría sacar nuestra ciudad de los procesos que se están dando en el ámbito latinoamericano?

Nuestra ciudad ha sido, durante muchas décadas, un modelo para las ciudades latinoamericanas. El “modelo Barcelona” es conocido largamente y sus acupunturas urbanas de los años 80, por el valor que se ha ido dando a los espacios públicos y la inversión en los barrios, las políticas de inversiones en la mejora de los barrios también periféricos se ha exportado, a través de la academia y de las instituciones públicas. A veces se ha olvidado que estas operaciones tuvieron un anclaje fundamental en una sociedad civil muy activa y que este espíritu urbano y orgullo de barrio no son exportables tal cual. Tampoco se ha incluido suficientemente en el relato el rol importante que tuvo la autoconstrucción también en Barcelona.

De momento, y en un contexto latinoamericano en el que, a pesar de muchos desarrollos positivos, la atención en la llegada de grandes capitales y la desatención de unas políticas urbanas integradoras hacen crecer aún más las desigualdades sociales, quizás sea este un primer aprendizaje que Barcelona debe hacer: recuperar el valor más importante que tiene, que son sus barrios. Los barrios que en su diferencia y en su complejidad, hacen de Barcelona la ciudad que todos queremos y en la que se vive bien. El actual gobierno municipal creo que lo tiene muy presente. Se debe vigilar que Ciutat Vella no pierda aún más población, que en Ciutat Meridiana no aumente la pobreza y que en partes de Poble Nou no se consolide un nuevo barraquismo desatendido al lado de las grandes promesas inmobiliarias aún inacabadas.

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Barrio del Carmel, en Barcelona, de origen autoconstruido  ©Kathrin Golda-Pongratz

Muchos teóricos convienen en que las ciudades son ya actores decisivos en la lucha contra los efectos devastadores del cambio climático. ¿De qué manera esta realidad está afectando a los procesos urbanos? ¿Hay un verdadero cambio de paradigma?

Ahora mismo, sobre todo en el norte de Europa, lo primero que se menciona en este contexto son los “Fridays For Future”, en los que los jóvenes se reúnen semana tras semana para reivindicar un cambio de paradigma. Al parecer, tienen impacto en sus propias familias, en la sociedad y en los debates políticos, donde el reclamo por un mejor futuro y por una acción real frente al calentamiento global está ahora presente. Son movimientos que también han surgido en y desde las ciudades. Y es cierto que un sistema eficaz de reciclaje, un concepto de transporte público o una normativa de eficacia climática de los edificios en una ciudad pueden hacer un cambio importante. Lo esencial es ver la ciudad como una comunidad y entenderla en el contexto de su hinterland, su contexto natural, cuya protección es una garantía de una mejor vida, tanto en lo urbano como en lo rural. Y nuestra primera prioridad no debe ser el aparcamiento del coche delante de la casa y el aire acondicionado más potente, sino un espacio compartido de barrio con menos tráfico, más ventilación natural y más espacios e infraestructuras compartidas. Nuestro propio comportamiento hace una gran diferencia.

Viendo la situación actual, ¿cómo crees que evolucionará la problemática de la vivienda y de las ciudades contemporáneas?

La vivienda debe dejar de ser la mercancía y el sustituto de los valores financieros que es actualmente. Volvemos a Turner, quien en su texto “Housing as a Verb” define el habitar como una actividad, como un verbo, como un proceso y no como un producto. Es, por cierto, el aspecto que más le interesa de la autoconstrucción. Creo que no se podrá frenar el interés de inversionistas y de grandes capitales en invertir en vivienda. Pero las ciudades deben tejer sus propias estrategias para mantener un balance. Creo que deben buscarse estrategias de reactivación de pequeñas o medianas ciudades semi abandonadas, incentivar su densificación, dar paso a proyectos de cooperativas, pensar en formas de convivencia para diferentes edades, aumentar la calidad de vida en ellas, mejorar el transporte público interurbano y así aliviar la presión sobre las grandes ciudades. Se deberá hacer mucho más para convertir edificios existentes en vivienda de calidad. Creo que el interés en la vivienda monofamiliar en las casas de las urbanizaciones y en las primeras coronas metropolitanas disminuirá. En Alemania ya se ve que menos gente vive este sueño de la casa aislada donde al final una sola persona de edad persiste, sin panadería al lado, dependiendo del coche y sin una vecindad viva y un contexto urbano de intercambio necesario para tener lo que puede llamarse un buen vivir.

Impartes el módulo “Bottom up strategies for urban regeneration” en el Máster Oficial en Cooperación Internacional: Arquitectura Sostenible de Emergencia. ¿Cuáles son los mensajes que intentas trasladar a tus estudiantes?

Partimos de una lectura de fuentes teóricas, discursos relevantes y de casos de estudios acerca de todo lo que compone el “bottom up”: la participación, la lucha por los derechos cívicos, formas de micro política y estrategias de apropiación de espacios urbanos por el bien común. Quiero familiarizar a los estudiantes con el rol de acciones ad-hoc, organizaciones y redes comunitarias, estrategias no formales -y a veces subversivas- de compromiso civil, por un lado, y con programas y estrategias institucionales desde la planificación y la arquitectura que fomentan y promueven la participación ciudadana e iniciativas desde la sociedad civil, por otro lado. Y se añade otra capa de análisis que es la del rol de la memoria urbana y colectiva. Lo que trabajamos en el curso es buscar herramientas y proponer formas de (re)construcción, de (re)creación, de narración y de interpretación de la memoria en el espacio público.

Barcelona nos sirve de caso de estudio y en una clase recorremos y observamos in situ espacios emblemáticos en este sentido. Visitamos también barrios como El Carmel donde el bottom-up, la construcción de redes y la cooperación solidaria han ido construyendo la identidad del barrio. Pero miramos literalmente al mundo: me interesa sobre todo el intercambio de ideas y el trabajo en grupo entre los alumnos que vienen de distintos países, de trasfondos culturales diferentes y con diferentes maneras de entender y usar un espacio público y de tratar la memoria urbana. Es especialmente relevante en contextos de postconflicto o de emergencia que son el núcleo central de aprendizaje del máster. Intento transmitir la importancia de una sensibilidad hacia la memoria colectiva de la comunidad y del propio territorio a la hora de actuar en él.

Entrevista realizada por Selena Ramos, alumna de 2º de Periodismo en UIC Barcelona.

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